jueves, 17 de noviembre de 2022
martes, 1 de noviembre de 2022
Día de Muertos y la clase de español
Se dice que el idioma y la cultura están entrelazadas porque cuando se aprende un idioma, también se aprende la cultura de aquellos quienes hablan ese idioma. Es común que en las clases se toquen temas relacionados con las costumbres, las maneras de pensar o de vivir, y las tradiciones de los pueblos. Pareciera que es algo fácil de enseñar y de aprender si es parte de la vida cotidiana de las personas y de su propia identidad. Más sin embargo, no todo el tiempo es fácil.
Esta semana celebramos la tradición del Día de Muertos en México. Tradición que está llena de sincretismo y de originalidad llamando la atención de los extranjeros por la apreciación de la sociedad mexicana sobre la vida y la muerte. Dos días en que se ponen ofrendas en los hogares con flores, velas, comida y los objetos favoritos de los familiares o amigos que pasaron a mejor vida. Las calles se llenan de color y de personas usando motivos alusivos a la ocasión; los cementerios se llenan de flores y es el lugar donde la algarabía de la vida se une con la paz de la muerte.
En los salones de clase es común hacer actividades didácticas relacionadas con el tema, por lo que les pedí a los alumnos de español colaborar para poner una ofrenda y cada uno llegó con un objeto para complementarla. Expliqué el significado de los elementos y lo conecté con el aprendizaje de vocabulario; además de una actividad comunicativa sobre los gustos personales. Los alumnos se mostraron atentos, respetuosos y participativos. La parte difícil ocurrió al cierre de la actividad cuando comenté que esta tradición es una celebración de vida y una fiesta donde nuestros familiares que han fallecido nos acompañan. En ese momento, pude darme cuenta que la actividad educativa había sobrepasado lo pedagógico y había tocado el corazón y los sentimientos, no solo de los alumnos, sino también los míos. Las lágrimas rodaron por las mejillas de los alumnos cuando los recuerdos de sus seres queridos se hicieron presentes y siguió un silencio profundo. Traté de disimular mis emociones y abracé ligeramente a una alumna cercana a mí. Mi pensamiento volaba al pasado trayendo imágenes de quienes he amado y de quien recientemente partió. Las palabras se me terminaron y sentí como mi corazón se encogía; tomé fuerza. Me volteé caminando al pizarrón al mismo tiempo que me tragaba un nudo en la garganta para solo decir: “Esta es la tarea para la próxima clase”.



