domingo, 23 de abril de 2023

Mi Formación Académica en Enseñanza


Primero un poco de antecedente. Dieciocho años de edad, sin responsabilidades ni obligaciones, pero pensando qué podría hacer de mi vida. Empecé a estudiar inglés por mi cuenta y poco después empecé a enseñar español como tutor privado. Los estudiantes solían decirme que yo tenía un talento nato para la docencia, yo solo pensaba en que enseñando también tenía la oportunidad de aprender. Me conducía de manera amable, afable, responsable y trataba de darle un buen servicio a mi cliente llevándole actividades variadas y acorde a sus necesidades. Poco a poco tuve mayor conocimiento sobre la estructura del idioma y empecé a observar los procesos de aprendizaje de una segunda lengua. Trabajé muchos años dando clases privadas y en una pequeña escuela donde tuve la oportunidad de enseñar en grupos. Me sentía contenta con lo que hacía, hasta que por azares de la vida me encontré en una situación difícil que me hizo darme cuenta que debía tratar de tener una mayor estabilidad económica y el beneficio de contar con alguna prestación médica. Fue en ese momento cuando decidí iniciar una formación académica y formalizar mi estilo de enseñanza que hasta ese momento había sido empírica y por intuición personal. 
                                                 Universidad de Guanajuato

Para iniciar tomé el curso de ICELT (In-service Certificate of English Language Teaching) que ofrece la Universidad de Guanajuato. Eso me hizo descubrir que había un mundo de investigación y de temas relacionados con la enseñanza y aprendizaje de un segundo idioma. Me hizo darle estructura a mi manera de enseñar explorando una manera diferente de planear y llevar a cabo una clase; por primera vez sentiría el nerviosismo de sentirme observada en clase. Cuando terminó el curso había aumentado mi deseo por perfeccionarme aún más. Al año siguiente inicié la licenciatura en la misma universidad, aunque era bastante complicado por las obligaciones de familia, un trabajo de profesora con muchas horas frente a grupo entre semana y el estudio de la carrera en programa de fin de semana... sí, los sábados por la noche estaba más que exhausta. Llegué a pensar que dejaría la universidad, de todas maneras resultaba relativamente fácil conseguir empleo sin un título en docencia. Afortunadamente no lo hice y pasé los siguientes años formándome con una maestría en docencia y una infinidad de cursos, formación que en algún momento me confundiría en cual era la mejor manera de enseñar.                       

 Llegué a pensar que sabía enseñar mejor antes de tener un grado universitario. Sin embargo, con el tiempo he visto los beneficios de contar con una formación académica. He tenido la oportunidad de trabajar en varias instituciones públicas y de arriesgarme a emprender un negocio profesionalmente. He conocido a muchas personas a quienes he admirado y de quienes he aprendido mucho. He compartido experiencias de enseñanza con mis pares y sigo aprendiendo cada día ahora a un nivel más critico y reflexivo. 

Mi consejo para otros docentes es no dejar de instruirse formalmente en el campo de la enseñanza. Vamos a enaltecer la profesión y que no se piense que solo por hablar inglés ya se puede enseñar. Va más allá de eso. La formación académica nos da las herramientas para tener un mejor desempeño. Por supuesto que vale la pena el trabajo duro, la dedicación y la disciplina. 


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domingo, 9 de abril de 2023

¿Qué pasa si cambiamos nuestro sombrero?



He visto en múltiples ocasiones como personas con un reconocido grado académico o con una trayectoria profesional impresionante se quitan su sombrero de médicos, científicos, sacerdotes, militares, arquitectos, políticos, directores de empresas, ganadores de premios, etc, etc. y se ponen el sombrero de alumno para participar activamente en las clases de idioma. Esas personas abren su mente al aprendizaje con todo lo que conlleva, desde lo relacionado con el idioma y su sentido pragmático hasta factores como motivación y personalidad. 

En la Andragogía, la ciencia que ayuda a organizar el aprendizaje de los adultos, se definen las principales características que tiene un adulto para aprender. Antes que nada, el aprendizaje es un proceso voluntario donde cada individuo decide que aprender y como usará lo aprendido. Escoge en base a sus experiencias, conocimientos, creencias y estilos de vida; piensa en sus razones o motivaciones para estudiar un idioma nuevo y pone en práctica su dominio de diversas estrategias de aprendizaje que ha adquirido durante su vida académica. Conoce sus fortalezas y debilidades para aprender y distingue sus necesidades. Además, sabe cual habilidad se le facilita y en cual debe poner mayor atención. 

Se dice que se alcanza el éxito cuando se aprende en un espacio de igualdad, cordialidad, empatía y efectividad porque nos sentimos tranquilos al saber que los compañeros de clase comparten las mismas condiciones, que tienen un grado de madurez y experiencia, asimismo que tenemos un objetivo en común. De esta manera, todos los alumnos aportan mucho en los cursos de idioma debido a su experiencia de vida tanto en lo personal como en lo profesional. Aprender un idioma es enriquecer nuestras vidas también aprendiendo de otras personas al cambiar nuestro sombrero.