Primero un poco de antecedente. Dieciocho años de edad, sin responsabilidades ni obligaciones, pero pensando qué podría hacer de mi vida. Empecé a estudiar inglés por mi cuenta y poco después empecé a enseñar español como tutor privado. Los estudiantes solían decirme que yo tenía un talento nato para la docencia, yo solo pensaba en que enseñando también tenía la oportunidad de aprender. Me conducía de manera amable, afable, responsable y trataba de darle un buen servicio a mi cliente llevándole actividades variadas y acorde a sus necesidades. Poco a poco tuve mayor conocimiento sobre la estructura del idioma y empecé a observar los procesos de aprendizaje de una segunda lengua. Trabajé muchos años dando clases privadas y en una pequeña escuela donde tuve la oportunidad de enseñar en grupos. Me sentía contenta con lo que hacía, hasta que por azares de la vida me encontré en una situación difícil que me hizo darme cuenta que debía tratar de tener una mayor estabilidad económica y el beneficio de contar con alguna prestación médica. Fue en ese momento cuando decidí iniciar una formación académica y formalizar mi estilo de enseñanza que hasta ese momento había sido empírica y por intuición personal.
Universidad de Guanajuato
Para iniciar tomé el curso de ICELT (In-service Certificate of English Language Teaching) que ofrece la Universidad de Guanajuato. Eso me hizo descubrir que había un mundo de investigación y de temas relacionados con la enseñanza y aprendizaje de un segundo idioma. Me hizo darle estructura a mi manera de enseñar explorando una manera diferente de planear y llevar a cabo una clase; por primera vez sentiría el nerviosismo de sentirme observada en clase. Cuando terminó el curso había aumentado mi deseo por perfeccionarme aún más. Al año siguiente inicié la licenciatura en la misma universidad, aunque era bastante complicado por las obligaciones de familia, un trabajo de profesora con muchas horas frente a grupo entre semana y el estudio de la carrera en programa de fin de semana... sí, los sábados por la noche estaba más que exhausta. Llegué a pensar que dejaría la universidad, de todas maneras resultaba relativamente fácil conseguir empleo sin un título en docencia. Afortunadamente no lo hice y pasé los siguientes años formándome con una maestría en docencia y una infinidad de cursos, formación que en algún momento me confundiría en cual era la mejor manera de enseñar.
Llegué a pensar que sabía enseñar mejor antes de tener un grado universitario. Sin embargo, con el tiempo he visto los beneficios de contar con una formación académica. He tenido la oportunidad de trabajar en varias instituciones públicas y de arriesgarme a emprender un negocio profesionalmente. He conocido a muchas personas a quienes he admirado y de quienes he aprendido mucho. He compartido experiencias de enseñanza con mis pares y sigo aprendiendo cada día ahora a un nivel más critico y reflexivo.
Mi consejo para otros docentes es no dejar de instruirse formalmente en el campo de la enseñanza. Vamos a enaltecer la profesión y que no se piense que solo por hablar inglés ya se puede enseñar. Va más allá de eso. La formación académica nos da las herramientas para tener un mejor desempeño. Por supuesto que vale la pena el trabajo duro, la dedicación y la disciplina.
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Rosi -gracias por compartir la historia del desarrollo de tu carrera. Es obvio que tienes habilidades grandes como una maestra. Mi opinión es que tu enseñanza tiene un aspecto especial que no has mencionado -eso es tu personalidad y su manera de compartir tus opiniones personales.
ResponderEliminarTuvé suerte asistir a tus clases este año . Sin duda tus experiencias van a ayudar a otras docentes en sus carreras. Gracias por tu ayuda
Muchas gracias por sus palabras Derek!! Muy motivantes!
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