"No les sonrías. Que te perciban seria y estricta."
Esas fueron las palabras exactas que me dijeron con uno de mis primeros grupos de idioma. Aparentemente el grupo tenía fama de ser rebelde, irresponsable e irreverente. Entré al salón siguiendo el consejo que me dieron y tratando de estar alerta sobre cualquier falta de respeto hacia mi persona. No podía entender como podría haberse generado una situación tan tensa y no quise pedir detalles. Me sentía algo desorientada en como debía actuar y sobre el tipo de actividades que debía incluir en mi plan de trabajo. Los alumnos se mostraban dispuestos a colaborar y participaban en cada lección sin quejarse; incluso sonreían. No pasó mucho tiempo antes de que hiciera a un lado la recomendación y que disfrutara plenamente mi trabajo. Planeaba, experimentaba, implementaba, corregía y me divertía. Las clases fluyeron durante todo el cuatrimestre, e incluso tuve ese grupo asignado en varias ocasiones sin ningún problema. Años más tarde aún encuentro a esos alumnos y me saludan amablemente.
Moraleja: No entres a un salón de clase con preconcepciones. Eres tú y tu pasión por lo que haces lo que te abrirá el camino con los alumnos.
Déjame tu comentario



No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu comentario.